Yo no tengo cuenta corriente, y aquí estoy…

Existe un odio visceral y generalizado hacia los bancos. Yo particularmente siento ese odio desde que tenía dieciocho años, debido a un motivo que quizá no proceda contarlo en este momento. Este odio que siento se agudizó a finales del año 2007, y por eso, desde entonces yo no uso los servicios bancarios, evito a los bancos, ni siquiera tengo una cuenta corriente ni tarjetas de débito, y mucho menos de crédito. Y aquí estoy, vivito y blogueando…

Uno de mis mayores deseos es tener algún día tanto dinero que me permita comprar todos los bancos españoles. Pero no para gestionarlos, sino para cerrarlos al día siguiente, claro. Imagínate todas las cosas chulas que se podrían montar en los locales que quedarían vacíos… Pero como aún no tengo ese dinero, al menos, estoy haciendo lo posible para que se cierren ellos solos, sin que yo tenga que llegar a comprarlos.

Yaaa, ya sé que los bancos no van a cerrar porque yo no tenga cuenta corriente ni tarjetas. Pero al menos me siento satisfecho porque soy coherente conmigo mismo. Odio a los bancos (igual que ellos nos odian a las personas) y por eso los boicoteo.

Yaaa, ya sé que mi boicoteo no va a lograr nada. Pero si muchos hiciéramos lo mismo, lograríamos cambiar las reglas de juego.

Yaaa, ya sé que no voy a lograr el apoyo de la mayoría…

Joder, deja de decir “yaaa” y ayúdame por lo menos tú.

¿Que cómo es posible que pueda vivir sin usar los servicios bancarios?

Muy sencillo. Me explico a continuación:

1. Nómina

Yo no tengo nómina porque soy “putónomo”, y los putónomos no cobramos salario, sino honorarios, que no es lo mismo. No obstante, si trabajara por cuenta ajena no sería muy complicado conseguir que ese hipotético jefe me pagara mi sueldo en metálico. Por tanto, para cobrar un salario no hace falta un puto banco, sino un puto trabajo.

2. Pago de recibos

Nos hemos acostumbrado a domiciliar todos los recibos en una cuenta corriente. Mucha gente cree que el pago de los recibos no se puede efectuar de otra manera que no sea mediante una domiciliación bancaria. Por eso, si me lo permites, te voy a contar el caso de mi querida madre, una señora analfabeta que no sabe ni leer ni escribir, ni falta que le hace… Fíjate en nuestro apreciado Exministro de Educación, Cultura y Deporte, don José Ignacio Wert, el cual creo que sabe leer y escribir, y mira tú para qué le sirve…

Mi madre jamás ha domiciliado un recibo en ninguna entidad financiera, simplemente no se fía. Ella prefiere ver en sus manos la factura del proveedor del suministro antes de que la entidad financiera se la cobre de su cuenta. Y mírala, ahí está, es muy mayor, pero para mí es la mujer más guapa del mundo y cocina como Dios, y eso que no tiene sus recibos domiciliados. No pasa nada por no tener los recibos domiciliados.

Ella, como la mayoría, tiene una serie de pagos mensuales: teléfono fijo, electricidad, agua, decesos, y otros. Además, también tiene, como tanta gente, algunos pagos periódicos no mensuales (trimestrales, semestrales, anuales). Mi madre, como experta en contabilidad doméstica que es, tiene muy bien programado todos esos pagos. Es decir, para optimizar el tiempo y el esfuerzo, tiene señalado en el calendario el día de pago de cada mes, de manera que en una sola mañana los liquida todos. Por tanto, que nadie piense que mi madre se pasa las mañanas haciendo cola en los bancos.

Y yo, que tengo muy buena maestra, desde principios del año 2008 pago mis recibos de esta manera. Lógicamente no me queda otra posibilidad, puesto que como dije al principio, no tengo cuenta corriente porque no me da la gana.

Hace unos meses, mi nuevo proveedor de ADSL me dijo que sólo me prestaba el servicio si domiciliaba el pago a través del banco. Yo, que a veces soy un chico bueno, al día siguiente me fui a uno, a cualquiera, al que más cerca me quedaba de casa, y me abrí una cuenta. No era una cuenta especial, era una muy normal, como la del chiste: de ésas corrientes… Justo cuando salí de la sucursal bancaria con un papelito en el que anoté el número de mi nueva y flamante cuenta, llamé a mi futuro proveedor de ADSL para indicarle los veinte dígitos, y al cabo de unos días, cuando el proveedor me empezó a prestar el servicio, entonces me fui a cancelar la cuenta.

¿Y sabes qué? Que presumo de tener una ADSL como todas, no muy rápida, pero de pago trimestral. Me explico. Cada mes, me llegan algunos SMS con los que me informan de que no han podido cargar el recibo mensual. Claro, cómo lo van a cargar si la cuenta en la que lo pasan no existe, la cancelé. De manera que así se pasan varios días cada mes, y yo, que a veces soy un chico malote, paso de esos mensajes, porque simplemente no sucede nada. Al mes siguiente pasa lo mismo: me envían nuevos SMS en los que me informan de que tampoco se han podido cargar el recibo de este otro mes, y yo, que a veces soy un chico malote, malote, sigo pasando de esos mensajes, porque aún no sucede nada. Al tercer mes pasa lo mismo: me envían más SMS con los que me siguen informando de que no se han podido cargar el recibo de este otro mes y que además, si no hago el pago antes del día tal, entonces me cortarán la línea, y yo, que a veces soy un chico que se acojona, pues voy el día tal (ni un día antes) y pago los tres recibos. De manera que disfruto de una ADSL de “baja” velocidad que se paga trimestralmente. Es decir, mi proveedor de ADSL me concede un pequeño crédito a coste cero durante varias semanas…

Con el resto de suministros hago una travesura parecida:

• El recibo de la electricidad lo pago cada dos meses, cuando me llega el aviso de corte.
• El recibo del agua lo abono cada tres meses, cuando me llega el aviso de corte.
• Y no te lo pierdas, el recibo del gas lo pago cada cuatro meses, cuando me llega el aviso de corte.
• Y así con todos…

Por tanto, las compañías suministradoras, además de proveerme de una serie de servicios básicos para la vida moderna, me están concediendo unos pequeños créditos que aunque no son de grandes cantidades, al menos me satisfacen emocionalmente. Además, menos crédito da hoy día un banco. Tengo que ponerme a hacer los cálculos, pero adivino que por lo menos el móvil de diciembre me sale gratis con la financiación de las compañías. ¿Que no?

Mi madre, que es una señora honrada y honesta, paga sus recibos de forma puntual, mes a mes. Y por supuesto, no le gusta que yo cometa estas travesuras; primero porque no lo entiende, y segundo, porque como no lo entiende, piensa que estoy engañando a alguien. Yo no engaño a nadie, simplemente, como dije antes soy un chico malote… y hago uso adecuado de las reglas de juego.

3. Pago de las compras

Desde principios de 2008 pago mis compras en metálico. Y estoy seguro de que cuando pagaba con tarjeta de débito o de crédito solía tener la sensación inconsciente de que el dinero NO salía de mi bolsillo. Por eso, me temo que gastaba más alegremente. En cambio, cuando pago con dinero metálico tengo la sensación de que el dinero SÍ sale de mi bolsillo de forma inmediata y pasa al de otra persona, de ahí que ahora tengo más cuidado a la hora de comprar.

¿Sabes que un elevado porcentaje de la gente que usa tarjeta de crédito, cuando llega el final de cada mes, no sabe cuánto dinero han desembolsado realmente usando su tarjeta ni en qué lo han gastado? Esto no es una opinión, esto es un dato. De manera que cuando les llega el extracto a su casa se sorprenden de forma ingrata al comprobar la cantidad de dinero «electrónico» e «intangible» que han derrochado.

También estoy seguro de que si nuestras monedas de un euro y de dos euros se transformaran en billetes, seríamos más recatados y nos costaría más esfuerzo gastar en esas pequeñas cosas, porque inconscientemente se le da más valor a los billetes que a las monedas. Ni te imaginas hasta dónde puede llegar esto de la percepción a la hora de gastar.

Por tanto, a mí no me hace falta tener una cuenta corriente ni tener una tarjeta de débito.

Desventajas de NO tener cuenta corriente ni tarjetas:

• Al no poder domiciliar los pagos de recibos, tengo que “molestarme” en ir a una entidad bancaria o a la oficina de pago. No obstante, esto también tiene sus cosas buenas.

Ventajas de NO tener cuenta corriente ni tarjetas:

• Me ahorro el coste de mantenimiento de la cuenta y de la tarjeta, que en algunos casos podría llegar a ser una cantidad nada despreciable. Por cierto, ¿qué coño es eso del “coste de mantenimiento”? ¿Acaso el banco le cambia el aceite a las cuentas y a las tarjetas cada 5.000 km? ¡Hijos de puta!
• Al no poder domiciliar los pagos de recibos me puedo permitir el lujo de retrasar dichos pagos hasta el final del plazo autorizado, que en algunos casos y como he narrado más arriba, puede llegar a ser hasta de cuatro meses, así, en vez de que los bancos se beneficien de que mi dinero les llegue antes, soy yo el que me beneficio de que mi dinero salga de mi bolsillo más tarde, consiguiendo que las compañías suministradoras me concedan microcréditos.
• Además, ahora, hay un banco de ésos muy grandes que para facilitarme a mí las cosas están llegando a un acuerdo con todas las compañías suministradoras y puedo hacer los pagos desde sus cajeros a cualquier hora del día, y sin tarjeta, sino en metálico.
• Con lo que me ahorro en costes de mantenimiento de cuentas y de tarjetas, más los beneficios (coste de oportunidad) que saco con los microcréditos de mis compañías suministradoras, tengo dos opciones: a) tomarme una cerveza sin alcohol y una tapita cuando vaya a pagar los recibos, o b) ahorrarlo para poder comprar algún día los bancos españoles. Para cerrarlos al día siguiente, claro.

Seguro que alguien piensa que aunque yo no tenga cuenta corriente, al final acabo usando los servicios bancarios porque tengo que ir a uno de ellos a pagar los recibos. Y es cierto, pero al menos, gracias a que yo no tengo cuenta corriente ni tarjetas, además de que me financio con microcréditos, moralmente me siento muy bien porque soy coherente con mi forma de ver las cosas, lo cual vale mucho más dinero del que maneja cualquier hijo de puta banquero…

Además, si todos (utopía) al unísono decidiéramos cancelar todas las cuentas corrientes de todas las entidades bancarias, entonces seríamos nosotros, los ciudadanos, los que tendríamos cogidos por las gónadas a los banqueros.

Tranquilo, que no estoy pensando en que cada uno de nosotros tuviéramos nuestro dinero en casa, debajo de una losa. Lo que tengo en la cabeza en un nuevo concepto de banco. Se me ha ocurrido un modelo de banco que sería genial y que si existiera, estoy seguro de que muchos sacarían su dinero y se lo llevarían al “Banco Bueno”.

Ya existe el Banco Malo, pues yo tengo una idea de Banco Bueno. Pero esto te lo contaré en otro post, que mira la hora que es…